La fecha pasada del fútbol colombiano, pudimos observar en los partidos transmitidos, como los jugadores que sentados en el campo de juego durante aproximadamente un minuto antes de iniciar el juego, dejaban su protesta o desacuerdo por los horarios de los partidos, que por razones de ahorro de energía eléctrica en el país, se están iniciando a partir de las diez de la mañana.
Unas de las principales razones de la protesta, está relacionada con el fuerte calor que se presenta a esa hora en muchas de las ciudades del país, el cambio de horarios de alimentación para los jugadores y la baja asistencia del público a los estadios.
Pero en un país donde el 47% de los empleados son asalariados, con una tasa de desempleo según el DANE del 10% actualmente, con un salario mínimo mensual de $689.455 pesos, teniendo en cuenta que de ese salario se debe descontar un aporte a seguridad social de aproximadamente $196.513 pesos, por lo tanto gran parte de los colombianos obtienen un ingreso mensual aproximado de $492.942 pesos, para solventar todos los gastos básicos.
Con el anterior panorama, me parece ridículo por no decir otra cosa, que un futbolista, que cuenta con todas las condiciones físicas, una alimentación adecuada, en plena juventud en su mayoría y un salario que oscila entre $1.000.000 hasta los $38.000.000 de pesos, aunque existen casos con salarios superior a $100.000.000 de pesos, se queje porque le toca jugar dos o tres partidos en horarios no habituales, cuando vemos albañiles, constructores en carretera, entre muchos otros trabajadores, que deben laborar en jornadas de más de 12 horas diarias, bajo el sol, la lluvia y condiciones de salud y alimentación infrahumanas en muchos casos.
No es justo que los niños de 9 a 12 años jueguen a las 10:00 am o 12:00 del mediodía y los futbolistas profesionales no puedan sacrificarse durante dos partidos en este horario, deberían preocuparse por ofrecer un espectáculo de calidad y recompensar a los aficionados (no hablo de barras bravas) que partido a partido, sacan algo de su salario mínimo, para acompañarlos y que sufren o inclusive se enojan, cuando observan que los jugadores de su equipo del alma no le ponen el empeño, las ganas y el amor propio que se requiere en la cancha.
Con el retorno de las lluvias el nivel de los embalses en las hidroeléctricas subirá y pasará la necesidad de ahorrar la energía eléctrica que se consume en los estadios en horas de la noche, esperemos entonces que los jugadores no encuentren otras excusas de protesta y se dediquen a hacer bien su trabajo, excesivamente recompensado a nivel económico en algunos casos, ojala se den cuenta que son unos afortunados al tener los salarios que tienen, en un país donde los contratistas se roban el dinero para alimentar a los niños en las instituciones educativas y comunidades se mueren de sed mientras a pocos kilómetros se gastan miles de litros de agua en una mina de carbón.
Tiro de Esnaqui.
Unas de las principales razones de la protesta, está relacionada con el fuerte calor que se presenta a esa hora en muchas de las ciudades del país, el cambio de horarios de alimentación para los jugadores y la baja asistencia del público a los estadios.
Pero en un país donde el 47% de los empleados son asalariados, con una tasa de desempleo según el DANE del 10% actualmente, con un salario mínimo mensual de $689.455 pesos, teniendo en cuenta que de ese salario se debe descontar un aporte a seguridad social de aproximadamente $196.513 pesos, por lo tanto gran parte de los colombianos obtienen un ingreso mensual aproximado de $492.942 pesos, para solventar todos los gastos básicos.
Con el anterior panorama, me parece ridículo por no decir otra cosa, que un futbolista, que cuenta con todas las condiciones físicas, una alimentación adecuada, en plena juventud en su mayoría y un salario que oscila entre $1.000.000 hasta los $38.000.000 de pesos, aunque existen casos con salarios superior a $100.000.000 de pesos, se queje porque le toca jugar dos o tres partidos en horarios no habituales, cuando vemos albañiles, constructores en carretera, entre muchos otros trabajadores, que deben laborar en jornadas de más de 12 horas diarias, bajo el sol, la lluvia y condiciones de salud y alimentación infrahumanas en muchos casos.
No es justo que los niños de 9 a 12 años jueguen a las 10:00 am o 12:00 del mediodía y los futbolistas profesionales no puedan sacrificarse durante dos partidos en este horario, deberían preocuparse por ofrecer un espectáculo de calidad y recompensar a los aficionados (no hablo de barras bravas) que partido a partido, sacan algo de su salario mínimo, para acompañarlos y que sufren o inclusive se enojan, cuando observan que los jugadores de su equipo del alma no le ponen el empeño, las ganas y el amor propio que se requiere en la cancha.
Con el retorno de las lluvias el nivel de los embalses en las hidroeléctricas subirá y pasará la necesidad de ahorrar la energía eléctrica que se consume en los estadios en horas de la noche, esperemos entonces que los jugadores no encuentren otras excusas de protesta y se dediquen a hacer bien su trabajo, excesivamente recompensado a nivel económico en algunos casos, ojala se den cuenta que son unos afortunados al tener los salarios que tienen, en un país donde los contratistas se roban el dinero para alimentar a los niños en las instituciones educativas y comunidades se mueren de sed mientras a pocos kilómetros se gastan miles de litros de agua en una mina de carbón.
Tiro de Esnaqui.
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